En Rusia hay muchas catedrales, como ocurre en muchos países cristianos. Pero a diferencia de lo habitual en otras latitudes, aquí hay muchas catedrales en la misma ciudad (si ésta es especialmente importante). En San Petersburgo llevamos contadas nueve. El concepto es un tanto diferente, y se refiere a iglesias con determinados privilegios y rangos eclesiásticos.
En San Petersburgo también hay muchas cosas que se llaman Pedro, todo debido a su fundador, el zar Pedro I, que quiso además "poner la primera piedra" en la festividad de su santo patrón.
Dentro de la fortaleza homónima se yergue la catedral en la que reposan los restos de todos los zares rusos desde Pedro I hasta Nicolás II, a excepción de dos de ellos. El término "Zar" proviene del término César, por cierto.
La edificación, de tamaño medio, presenta decenas de monumentos funerarios simples e idénticos a lo largo de la nave, bajo los que se encuentran los enterramientos.
El de Pedro I no ocupa un lugar especial ni presenta grandes diferencias con el resto (el de las medallas, en la foto).
Una capilla especial recibe los restos del último zar, Nicolás II, la zarina y todos sus hijos, trasladados aquí hace unos años tras ser encontrados en un bosque cercano a Ekaterimburgo, donde fueron ejecutados por los bolcheviques tras el comienzo de la revolución soviética. El lugar especial, además de cierta protección, se debe a la declaración de los zares como mártires por la Iglesia Ortodoxa Rusa.
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