Un poco alejada del centro, al borde de un canal, esta catedral es de los pocos templos que no fueron convertidos en almacén, fábrica de ropa interior o directamente demolidos por los comunistas.
Su icono más venerado, una imagen de San Nicolás traída a la ciudad por marineros griegos, también sufrió grandes avatares. Napoleón se lo llevó a principios del XIX, y los prusianos se lo devolieron al zar Nicolás I tras la derrota francesa.
Como su nombre indica, es la iglesia principal para la Armada rusa, así como para el gremio naval, de gran importancia desde la fundación de la ciudad.
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