Trataremos de atrapar el alma rusa visitando sus dos mayores y más famosas ciudades: Moscú, capital inmensa, guardiana de las esencias nacionales, en cierto modo equidistantes entre Europa y Asia. Y también San Petersburgo, el empeño del zar Pedro I por "europeizar" su patria, y lugar de revoluciones, guerras, asedios y cambios durante los últimos trescientos años.
Pero también nos perderemos por un docena larga de ciudades pequeñas y medianas, para respirar el aire de la provincia, del campo, y para descubrir los origenes de la nación en los vestigios de los pequeños pero indómitos principados que asentaron la lengua, la religión ortodoxa y la conciencia eslava cuando Moscú era apenas una parada de postas.
Bueno, lo de que en el puntero se me ponga una banderita rusa, me ha llegado al alma. Buen viaje
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