miércoles, 10 de agosto de 2011

Unas notas históricas



Esta ciudad, a pesar de su importancia, es muy agracedida de cara a conocer su hostoria, y con ello su desarrollo urbanístico: hace 350 años aquí no había nada de nada.

El zar Pedro I (el Grande), tras sus viajes a la Europa occidental (camuflado durante buena parte de ellos...), decidió que su querida patria rusa era un mundo atrasado, supersticioso y lóbrego. Su voluntad fue la de acercarla al resto del continente y sus ideas avanzadas. En especial, Holanda fue el lugar que le fascinó profundamente, y en Amsterdam se fijó para la construcción de una nueva capital imperial, abierta a Europa.

El lugar elegido, uno de los pocos accesos al mar más o menos practicables durante buena parte del año, no fue ideal. Cientos de miles de trabajadores (siervos, prisioneros de guerra suecos...) murieron en la construcción de la nueva metrópolis, entre ciénagas, hielo e inundaciones.

Moscú quedó relegada, se prohibió construir con piedra en toda Rusia, para que no faltaran recursos humanos y materiales al propósito, y se obligó a cada nuevo habitante a acarrear piedra y ladrillos para poder entrar en la ciudad.

El resultado, una inmensa malla de avenidas interminables, palacios de un equilibrio estilístico notable, y unas decenas de islas en la desembocadura del Neva convertidas en barrios aristocráticos, donde las grandes familias de Moscú acabaron llegando, aunque a regañadientes.

Hasta 1917 fue la capital de los zares de todas las Rusias, momento en el que estalló en sus calles la revolución, en Febrero popular, en Octubre (Noviembre para ellos, por diferencia en nuestros calendarios) bolchevique.

La cercanía alemana en ese momento álgido de la I Guerra Mundial obligo a Lenin a mover la capitalidad a Moscú, de donde no volvió, a pesar de los fuertes rumores al respecto cuando Vladimir Putin (peterburgués acérrimo) accedió al poder.

Así que nada de centros históricos medievales, callejones tortuosos, catedrales góticas ni nada por el estilo: barroco, neoclasicismo, calles anchas y rectas y la presencia del golfo del Finlandia trayendo agua en modo de lluvia permanente, inundaciones, hielo y nieve.

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