domingo, 28 de agosto de 2011

¡Más madera!


 En un país gigantesco como Rusia, donde gran parte del terreno está tapizado por bosques inacabables, la madera ha sido tradicionalmente el material de construcción básico. Así sigue siendo en los millones de dachas repartidas por doquier, en especial a distancias no muy grandes de las grandes ciudades.


Así fue también por imposición en algunos momentos, como cuando Pedro I prohibió el uso de la piedra fuera de San Petersburgo. Casas rurales humildes, caserones de medianos terratenientes, palacios, iglesias, todos ellos construidos íntegramente en madera.



Sólo una excepción, el horno, en el centro del hogar, con su chimenea, estructura habitualmente de ladrillos o piedra. También cumple con funciones de calefacción, para secar la ropa, para conservar alimentos. Todas las demás estancias, de techos bajos, y con mayores comodidades dependiendo del estatus familiar. Tuvimos ocasión de visitar unos cuantos ejemplos en un interesante museo de arquitectura en madera, en Kostroma, con edificios trasladados desde remotos lugares.



Kostroma






 Tendida a lo largo del Volga, Kostroma transmite un sensación de estar verdaderamente a medio camino entre Europa y Asia central. Su gran plaza, batida por el viento, parece un gran lugar de mercado para tribus nómadas. Llegamos al extremo Este de nuestro viaje.


Su principal atractivo es el monasterio Ipatievsky, con la catedral de la Trinidad y sus brillantes frescos, en la orilla opuesta del Volga. También el origen de la prosperidad de la ciudad, ya que desde que el primer zar Romanov, Miguel I, fuera llamado desde sus celdas a ocupar el trono, sus descendientes han protegido y enriquecido la ciudad, por otro lado tan expuesta a las incursiones desde el Este.





Yaroslav


 La extensa ciudad de Yaroslav es la población más grande al norte de Moscú, antes de llegar a la lejana costa del Ártico. Industrias pesadas la rodean, y su centro es un concurrido ámbito comercial. Los incontables bloques de viviendas soviéticos, las carreteras de varios carriles, los cables de los trolebuses, todo ello apenas deja lugar para la vista de unos restos históricos notables pero por lo visto no suficientemente apreciados.


Importante principado medieval, segunda ciudad de Rusia durante casi un siglo, capital del país no ocupado durante el dominio polaco, hoy es una capital provincial detenida en el tiempo, no tan lejos de Moscú como para reclamar mayor protagonismo regional, demasiado lejos como para verse influida por el crecimiento y dinamismo de la capital.




El antiguo kremlin, tras sus poderosas murallas, mantiene muestras de la arquitectura tradicional de la ciudad, reconocida como el más auténtico estilo ruso.



viernes, 26 de agosto de 2011

El monasterio de Borisoglebsky



De vuelta a Rostov, por una carretera secundaria olvidada por los cientos de camiones que recorren las vías principales, encontramos el enigmático monasterio de Borisoglebsky, dedicado a los santos Boris y Gleb, y amurallado por Iván el Terrible.




Se encuentra en un estado de semiabandono, aunque con algunas obras menores de recuperación y con una pequeña comunidad monástica en su interior. Muy interesante para conocer el estado general de estos lugares hasta hace pocos años, y para apreciar una joya escondida, encontrada por casualidad.




Uglich



 Su nombre significa esquina, y es la que forma el Volga en este punto lo que dio origen a la población. Hoy quedan pocos vestigios de su kremlin en la orilla del río, aunque el interior de la catedral de la Transfiguración presenta una mezcla sugerente de iconos tradicionales con el barroco más puro.




Junto a ella, la iglesia de San Demetrio sobre la Sangre, construida sobre el lugar donde el hijo y heredero de Iván, Dimitri, de diez años, fue degollado presuntamente por orden del consejero principal Boris Godunov. Con él acababa la dinastía de Rurik, y se iniciaba un periodo de turbulencias donde varios pretendientes lucharon por el trono, alguno de ellos alegando ser Dimitri en persona, salvado de la muerte en última instancia (la misma historia que la que durante el siglo XX se fraguó en torno a Anastasia…). Sólo la llegada de Miguel Romanov al trono pondría fin a la anarquía y daría paso a la segunda dinastía y, por el momento, última.


Rostov. El kremlin



El kremlin de Rostov es uno de los más hermosos del país, con sus cúpulas plateadas y una sensación de cotidianeidad que parece llevarte a otras épocas. Puesto que la ciudad es una de las más antiguas de Rusia, las edificaciones del kremlin tienen orígenes anteriores al siglo XII, aunque las estructuras actuales son esencialmente del XVI.






La catedral de la Asunción es la más importante del conjunto, con numerosos iconos y frescos medievales, aún en restauración.


Rostov Veliki






Es decir, Rostov el Grande, aunque hoy en día es una pequeña población a orillas del lago Nero. Sin embargo, en su día fue una de las ciudades independientes que bajo el dominio de príncipes fueron poco a poco uniéndose en el germen de un estado nacional.


La mayoría de estas ciudades históricas se encuentran en un área de al nordeste de Moscú, a unos 300 kilómetros de distancia máxima de la capital. Han corrido suertes distintas, y entre ellas hay ciudades industriales de tamaño considerable y polvorientos pueblos aletargados entre los campos y bosques.


Algunos monasterios (como el de Yakovslesy, en las imágenes) e iglesias son los únicos elementos destacadas, entre calles rectas llenas de baches, casas de madera, la mayoría destartaladas, y un mercado antiguo en el que el ritmo es también pausado y silencioso. Y el kremlin, claro.

jueves, 18 de agosto de 2011

Velas al cielo




Durante cuatro días nos alejamos de las grandes ciudades para conocer pequeños pueblos y capitales provinciales, por una parte tan diferentes a Moscú o San Petersburgo, y por otra tan ricas histórica y artísticamente.

Cuando San Petersburgo no era sino una marisma pantanosa y Moscú un cruce de caminos, ciudades como Rostov, Vladimir o Yaroslav eran sedes de pujantes principados, escuelas de arte y forja de una nación.

Hoy son lugares más desvaídos, polvorientos pueblos o ciudades congeladas décadas atrás. Sólo las brillantes cúpulas de sus iglesias, en las ciudadelas o los monasterios, destacan sobre bloques masivos de viviendas o cabañas de madera con tendencia al derrumbe. Lugares en cualquier caso impagables para concocer la Rusia extensa, tanto en el tiempo como en el espacio.

No será fácil sacar tiempo para tantos lugares, pero de momento, un "índice" visual de las decenas de cúpulas, que como velas encendidas apuntan al cielo.